Los siberianos claman contra el alquiler de tierras a China

27-6-2015, El País
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El bandazo político y económico de Vladímir Putin hacia China tras el enfriamiento de la relación con Occidente provoca reticencias entre los rusos, que tratan de hacer compatibles sus arraigadas prevenciones hacia sus vecinos orientales y la acuciante necesidad de inversores y mano de obra para explotar las semidesiertas regiones del este del país. Esas contradicciones se reflejan en la viva discusión provocada por un proyecto de la región siberiana Transbaikal, un territorio de casi 432.000 kilómetros cuadrados (el 85% de la extensión de España).

Las autoridades firmaron en Transbaikal, a principios de junio, un protocolo de intenciones para arrendar a una empresa china 1.150 kilómetros cuadrados de terreno agrícola durante 49 años. Transbaikal necesita recursos para afrontar los problemas económicos que lastran el nivel de vida de sus habitantes, cuyo número ha ido menguando de forma constante desde principios de los noventa. Hoy viven en la región algo más de un millón de personas.

“Hemos invitado e invitamos a todos [los inversores], pero solo vinieron los chinos”, dijo el gobernador de Transbaikal, Konstantin Ilkovski, a Izvestia. El funcionario, que se declara responsable de la iniciativa, ha ido matizando posiciones a medida que surgían voces críticas por doquier, entre ellas las de los populistas del partido de Vladímir Zhirinovski y los comunistas. Las declaraciones más recientes de los representantes oficiales indican que el contrato con los chinos, si se formaliza a principios de 2016 tal como se planeaba, acabará siendo una fórmula ruso-china, con capital mixto.

El gobernador argumenta que el cultivo de las tierras ayudará a luchar contra los incendios forestales que castigan la región durante los últimos años. Estos incendios, que han destruido centenares de viviendas y causado enormes pérdidas materiales, tienen su origen en las grandes superficies baldías que se han asilvestrado desde que dejaron de cultivarse al desintegrarse la URSS en 1991. “Estoy dispuesto a tutelar personalmente cualquier nuevo proyecto de inversión en el territorio del Transbaikal”, afirma el gobernador en su página web. Ilkovski confesó que la región no tiene recursos propios ni federales para ocuparse de los territorios yermos. En época soviética, en el Transbaikal se cultivaban 1,2 millones de hectáreas y ahora, solo 250.000 hectáreas, lo que es menos que en 1905, antes de la revolución bolchevique, señalaba el gobernador.

Todo esto sucede cuando Rusia se propone impulsar la agricultura y la ganadería como parte de su seguridad nacional y para sustituir a las importaciones occidentales. El acuerdo entre Transbaikal y la empresa china Juaen Sinban Siui contempla una inversión de 24.000 millones de rublos (393 millones de euros) para sembrar cereales y forrajes, ganadería porcina e instalaciones agrícolas. Los chinos pagarían 250 rublos por hectárea por el territorio, que pertenece a varios distritos de la región.

El jefe de la Administración presidencial en el Kremlin, Serguéi Ivanov, ha recordado que las inversiones extranjeras están prohibidas en las zonas fronterizas, una franja de 200 kilómetros, según informa Tass.

"Se trata de un caso con muchos interrogantes, ya que la tierra a la que aspiran los chinos es de muy poca rentabilidad, se encuentra en una zona climática arriesgada y con mala infraestructura. Algunos llegan a pensar que se trata de un intento de apoderarse de territorio ruso a través del arriendo”, afirma la experta en problemas regionales, Natalia Zubarévich, según la cual en zonas del Lejano Oriente como Vladivostok o el Amur, los chinos rentan parcelas reducidas y su presencia en la agricultura no despierta las pasiones que ha levantado el caso del Transbaikal.
Del territorio virtual a la parcela real

¡Si solo fuera arrendar la tierra a los chinos! Andréi Sarafánnikov, jefe de uno de los distritos de Transbaikal contemplados por los proyectos chinos en la región, explicaba a news.chita.ru que las explotaciones agrícolas colectivas soviéticas fueron repartidas entre sus antiguos socios, pero los propietarios nominales no saben dónde están sus tierras porque no tienen asignadas parcelas físicas.

Para pasar de la virtualidad a la realidad, hay que llamar a agrimensores que delimiten las tierras, inscribirlas en el catastro (lo que lleva varios meses) y registrar la propiedad tangible. Y eso, antes de poder arrendar.

Los granjeros de Transbaikal se quejan porque las autoridades no les han consultado. Valeri Sterlikov, empresario agrícola y diputado regional, ha dicho a la agencia Tass que “los empresarios locales están dispuestos a tomar las tierras baldías y a cultivarlas”.
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