Colombia: Wilson Arias, el detective de los baldíos

5-7-2013, La Silla Vacía
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Este mapa, que aparece en el informe final de gestión de Juan Camilo Restrepo como MinAgricultura, muestra los municipios con irregularidades en la compra de antiguos baldíos.

Por: Andrés Bermúdez Liévano

En las últimas semanas han salido a la luz pública al menos seis grandes casos de compras masivas de tierras en los Llanos que solían ser baldíos del Estado. Casi todos han tenido a Wilson Arias, representante del Polo, como protagonista.

En las últimas semanas han salido a la luz pública al menos seis grandes casos de compras masivas de tierras en los Llanos que solían ser baldíos del Estado. A las investigaciones que se vienen adelantando en MinAgricultura y el Incoder, se han sumado nuevas en la Contraloría y la Fiscalía. Y también se ha abierto un debate político que podría poner contra las cuerdas al embajador en Washington Carlos Urrutia, cuya antigua firma de abogados asesoró a Riopaila y Cargill cuando él la dirigía. Ya ayer el Consejo Superior de la Judicatura abrió una investigación al bufete por el caso de los baldíos.

Lo que muchos no saben es que quien más tiempo ha dedicado a desenterrar este escándalo de los baldíos ha sido Wilson Arias, un antiguo líder sindical del Sena y representante a la Cámara del Polo que ha estado detrás de la mayoría de estas investigaciones de concentración de antiguos baldíos.

Varios de los casos más sonoros -Mónica Semillas, Poligrow, Riopaila, Cargill, Contexto Legal- han nacido en su despacho y en tres años de paso por el Congreso, el político valluno ha hecho ya cinco debates sobre tierras.

De líder sindical a investigador de tierras

Wilson Arias no es un congresista con una larga tradición campesina. De hecho, la mayor parte de su carrera política ha sido dentro del sector sindical y en su ciudad natal de Cali, en torno a temas como los servicios públicos y la educación técnica.

Se crió en una familia humilde del barrio La Independencia del suroriente de Cali, con una fuerte tradición de izquierda. Su abuelo materno fue un líder campesino que ayudó a fundar el Partido Comunista en el Valle en los años cincuenta. Uno de sus hermanos militó en el M-19, otro en ¡Firmes! -que lideraba Gerardo Molina e integraron personas como Enrique Santos y José Obdulio Gaviria - y otro más en ¡A luchar! Como dice Arias, “en la mesa estaba sentado todo el espectro de la izquierda de los ochenta”.

La suya también es una familia de vena artística. Uno de sus hermanos lidera la Orquesta Femenina D'Caché, un conjunto salsero muy reconocido en el Valle que hoy acompaña a Gilberto Santa Rosa en sus giras internacionales. En él cantan su hermana, su cuñada y su sobrina.

Arias llegó al Congreso impulsado por su fuerte base electoral en el Sena, donde se formó como técnico operario, se hizo líder sindical y llegó a dirigir Sindesena, que reúne a 2 mil empleados de la institución.

A raíz de ese liderazgo sindical, el Polo le ofreció lanzarse a la Cámara en 2006 y él se convirtió en el jefe de debate de Carlos Gaviria en el Valle durante las presidenciales. Arias obtuvo 16 mil votos, apenas cien menos que Roy Barreras -entonces de Cambio Radical- y el doble más que otros políticos con mayor trayectoria como Teodolindo Avendaño, Hemel Hurtado y Otty Patiño.

Pero sacó mil votos menos que Franklin Legro, el ex secretario de Gobierno de Angelino Garzón que también venía de ser líder sindical y que se terminó quedando con la única curul del Polo en el departamento.

Un año después, Arias se lanzó al Concejo de Cali y salió elegido con 7 mil votos, en las mismas elecciones en las que el actual Alcalde de Cali Rodrigo Guerrero obtuvo la votación más alta. Su paso por el Concejo fue corto, pero formó parte de la bancada del Polo que apoyó la gestión del alcalde Jorge Iván Ospina y que se opuso a la privatización de Emcali. En 2009 renunció al Concejo para volver a lanzarse a la Cámara y esta vez -con 18.400 votos- sí le consiguió ganar a Legro, cuya base electoral se había dividido.

Arias es un político hecho a pulso, cuyos rasgos más distintivos -según personas que lo conocen- son su enorme disciplina para el trabajo y su temperamento recio. Tres políticos de izquierda consultados por La Silla lo describieron como un “polista por encima de todo”. Es decir, como un integrante del Polo que se ha mantenido al margen de todas las disputas que han sacudido al partido de izquierda en los últimos tres años.

“Tiene una posición muy independiente, no le coquetea ni a Marcha ni a Progresistas, ni se mete en las peleas internas. Él es su propio sector”, le dijo a La Silla un líder del Polo.

Las pesquisas detrás del “chicharrón”

Arias llevaba exactamente un mes como primíparo en el Congreso cuando convocó su primer debate de control político sobre el tema de tierras. Ese 18 de agosto de 2010, con su compañero de partido Iván Cepeda y el liberal Guillermo Rivera, citaron al recién posesionado ministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo para denunciar el despojo de tierras en los Montes de María y el Chocó por parte de empresarios y políticos vinculados a los paras.

En ese momento, a Arias le preocupaba la posible compra masiva de tierras por parte de empresas extranjeras. “A mí me habían contado los corteros de caña del Valle que algunos ingenios colombianos estaban posiblemente acaparando tierras en Bolivia. De esto encontré muy poca información, pero esa preocupación me fue llevando a interesarme por la compra masiva de tierras en África por países como China e India, a raíz de la volatilidad en los precios de los alimentos y con graves riesgos para la seguridad alimentaria”, le contó a La Silla el congresista valluno.

Así comenzó su obsesión por la compra de tierras, que pasó de ser un interés coyuntural por la extranjerización y se fue convirtiendo en una de sus banderas. Arias y su pequeña unidad de trabajo legislativo se fueron dedicando, en los ratos libres que les dejaban los temas de educación y servicios públicos de la Comisión Sexta, a documentar casos de posibles compras irregulares de baldíos.

En 2012 probaron que la empresa brasilera Mónica Semillas había comprado 13 mil hectáreas de antiguos baldíos en Puerto Gaitán y que la italoespañola Poligrow había hecho lo mismo con Macondo, una finca de 6 mil hectáreas en Mapiripán.

En ambos casos, las tierras fueron fraccionadas en varias propiedades que no superaban la Unidad Agrícola Familiar (UAF), la extensión de tierras -variable según la región- necesaria para que una familia campesina viva dignamente de la tierra.

Y ese dato es clave porque la ley 160 de 1994 que regula los baldíos permite a los campesinos venderlos luego, pero prohibe que cualquier persona acumule más de una UAF en antiguos baldíos. Es decir, entre 1.000 y 1.300 hectáreas en Meta y Vichada.

Más que centrarse en los casos, Arias y su pequeña UTL han tratado de reconstruir los modus operandi que se han venido usando para apropiarse de vastas extensiones de ex baldíos en los Llanos: el fraccionamiento para saltarse la UAF, las compras de predios vecinos por parte de sociedades por acciones simplificadas (SAS) que pertenecen a un mismo dueño, las transacciones hechas por compañías con sede en paraísos fiscales o los lotes sin cultivar que podrían terminar siendo de engorde.

Para rastrearlo, el pequeño equipo de Arias -compuesto por tres personas- ha venido armando los rompecabezas a punta de bases de datos en Excel y extensos derechos de petición.

En la Superintendencia de Notariado y Registro cruzan las matrículas de los predios con las sociedades propietarias, en el Incoder comprueban si alguna vez fueron baldíos del Estado y en el Igac revisan sus avalúos y su cartografía. En MinAgricultura y Finagro averiguan si solicitaron subsidios agrícolas para estos predios.

Luego, en las diferentes Cámaras de Comercio averiguan quiénes son sus accionistas y sus representantes legales. Y en el Banco de la República y la Superfinanciera rastrean los montos de inversión extranjera directa que han hecho esas compañías y sus movimientos de capital. Cada caso les ha tomado entre seis meses y un año largo.

En algunos casos, sus investigaciones coinciden con las que el Gobierno ha venido adelantando. Los casos de Mónica y de Poligrow, por ejemplo, ya estaban en la mira del Incoder y el Ministerio de Agricultura desde la época de Juan Camilo Restrepo. El de Cargill no lo conocía el Incoder, pero sí Oxfam, que publicó su informe esta semana.

Y también se han abierto nuevas. A raíz del informe que Arias envió a Sandra Morelli en mayo, la Contraloría abrió una investigación y la Unidad Nacional Anticorrupción de la Fiscalía hizo lo mismo poco después. De probarse que se trató de un proceso irregular de titulación, el Incoder y la Superintendencia de Notariado y Registro podrían pedir la nulidad de cualquiera de las transacciones.

En este proceso Arias se ha trenzado en una dura pelea con Luis Carlos Sarmiento Angulo, a quien señala de haber comprado antiguos baldíos en Puerto Gaitán en una finca que pertenece a Corficolombiana.

“¿Bajo qué consideraciones usted, dueño de cuatro bancos, un periódico nacional, un fondo de pensiones, una cadena de hoteles, concesionarias viales, constructoras de vivienda, compañías petroleras y de gas, y otros tantos negocios, se cataloga como campesino pobre y por tanto sujeto del derecho a acceder a baldíos de la nación?”, le escribió en una carta Arias. “La mitomanía alcanza niveles delirantes”, le respondió un representante legal del Grupo Aval.

Por ahora, Arias seguirá en la Cámara. Aunque no aparece con frecuencia en los medios nacionales, se ha venido forjando la reputación de ser un investigador juicioso. Y la dupla que ha formado con el senador Jorge Enrique Robledo, en la que el representante hace el trabajo investigativo y el senador el control político, podría ayudarle a ganar mayor notoriedad y a conservar su curul el próximo año.

Esa dupla no ha sido, sin embargo, una estrategia premeditada. Tres personas le confirmaron a La Silla que hubo molestias en el equipo de Arias cuando Robledo soltó la ‘bomba’ sobre Brigard & Urrutia en la Comisión Quinta del Senado, apenas dos horas antes del debate en plenaria de la Cámara -que venía aplazado desde mayo- en que ellos iban a hacer la denuncia.

Con los días, se han dado cuenta que el debate se volvió nacional y que eso a la larga les puede ayudar más. “Mirándolo ahora de manera más pragmática, fue hasta oportuno que sucediera porque Robledo es más mediático y catapultó el tema de tierras a la escena nacional”, le dijo a La Silla una persona cercana a Arias.

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