Global Voices 01/12/2023
Investigación expone rol del gigante agrícola Socfin en deforestación y desplazamiento de comunidades nativas de Nigeria y Ghana
Impacto de las plantaciones de palma aceitera y caucho del Grupo
Escrito por Zita Zage & iWatch Africa
Traducido por Gabriela García Calderón Orbe
Esta historia se publicó originalmente en iWatch Africa, y Global Voices publica una versión más corta como parte de un acuerdo para compartir contenido.
Una investigación de seis meses de Gideon Sarpong, Elfredah Kevin-Alerechi y Audrey Travère ha sacado a la luz las graves repercusiones que la explotación de los recursos de caucho y aceite de palma del Grupo Socfin han causado en la deforestación y el desplazamiento forzado de poblaciones indígenas en Nigeria y Ghana.
El Grupo Socfin, también conocido como Société Financière des Caoutchoucs, es una empresa con sede en Luxemburgo que se dedica a operaciones de plantación de palma aceitera y caucho y a la comercialización de semillas de palma aceitera en Asia y África. En 2021, la empresa registró un notable beneficio de 86,2 millones de dólares, lo que supuso sus mayores ganancias desde al menos 2014, impulsadas por la subida de los precios del aceite de palma y el caucho. Sin embargo, paradójicamente, la comunidad de Okumu y otras comunidades de acogida de Nigeria y Ghana presentan un marcado contraste con la prosperidad asociada a los cuantiosos ingresos por exportación de Socfin.
Okumu Oil Palm Company, subsidiaria de Socfin Group de Okumu, Nigeria, administra y explota una extensa plantación de caucho de 7335 hectáreas y otra de palma aceitera de 19 062 hectáreas en la zona de Gobierno local de Ovia Sudoeste, en el estado de Edo. La presencia de la empresa se ha vuelto polémica, sobre todo para los nativos, que se han visto desplazados por las actividades de la empresa.
Impacto en pueblos nativos
Según los resultados de la investigación, los vecinos de Okumu han acusado a Okumu Oil Palm Company de desmantelar por la fuerza tres aldeas del distrito: Lemon, Agbeda y Oweike. Tras el desalojo de estas tres comunidades hace 18 años, la empresa procedió a ampliar sus plantaciones de palma y caucho, y adquirió en el proceso la asombrosa cifra de 1969 hectáreas (4865,5 acres) de palma aceitera y 1811 hectáreas (4475 acres) de caucho. Las actividades de Okumu Palm Company causaron la reubicación forzosa de cientos de residentes indígenas, y también tuvieron las nefastas consecuencias de la destrucción de tierras de cultivo, la pérdida de vidas humanas y la interrupción de la educación de los niños de la comunidad afectada.
Austin Lemon, que ahora tiene 33 años y cuyo padre fue el fundador de Lemon Village en 1969, vio las súplicas de sus padres y compañeros de Lemon Village. Reflexiona con pesar: «La empresa instaló su plantación sin atender sus súplicas». Las consecuencias fueron catastróficas: todas las casas de Lemon quedaron destruidas, y las zonas antes prósperas reservadas al cultivo de plátano, mandioca, cacao y cocoa quedaron reducidas a ruinas. Y añadió,
"Durante todo un año no pude ir a la escuela porque estábamos desplazados y era difícil llegar a fin de mes. Fueron las acciones de la empresa las que acabaron provocando la muerte de mi padre, que padecía hipertensión. Murió porque las granjas de las que dependía para alimentar a sus 32 hijos también fueron arrasadas."
La empresa negó los resultados de la investigación. Según el equipo de comunicación de Socfin, la empresa adquirió la plantación tras la modificación de una parte de la reserva forestal de Okomu por parte del Gobierno federal de Nigeria, en cumplimiento de la ley de la Comisión Forestal de Edo (1968) y sus posteriores enmiendas, entre otras leyes pertinentes.
Ajele Sunday, portavoz de la comunidad de Okumu, afirmó que la comunidad «nunca recibió compensación alguna» cuando Socfin afirmó haber obtenido las tierras del gobierno. Múltiples fuentes de la aldea de Okomu han expresado su preocupación, afirmó que la empresa tuvo negociaciones con el Gobierno sin solicitar ni tener en cuenta la perspectiva de la comunidad.
Esta aparente falta de consulta con la comunidad «contradice directamente los principios establecidos en la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en particular el concepto de consentimiento libre, previo e informado«, argumentó Sunday. Este incumplimiento suscita gran preocupación por el trato que reciben las comunidades indígenas y sus derechos en el contexto de las actividades empresariales, y destaca la urgente necesidad de respetar estos principios vitales. Según el consentimiento libre e informado, los pueblos indígenas tienen derecho a otorgar o negar su consentimiento a proyectos que puedan afectarlos o a sus territorios.
Plantación Socfinaf Ghana y deforestación
La investigación realizada por Sarpong, Kevin-Alerechi y Travère también reveló que en Ghana, las operaciones de Plantation Socfinaf Ghana (PSG), filial del Grupo Socfin que administra plantaciones de caucho y palma aceitera en Manso y Daboase, en la Región Occidental de Ghana, han llevado a la destrucción de selvas tropicales vitales.
Los investigadores descubrieron que en 2017 y 2018, PSG contrató a Proforest y HS+E, respectivamente, para evaluaciones ambientales en su Subri en Daboase antes de la construcción de un molino de procesamiento de palma en 2019. Los resultados de esta evaluación mostraron que cualquier operación a gran escala en el sitio de Subri resultaría en la «pérdida de biodiversidad, degradación de la tierra, aumento de los niveles de ruido ambiental, emisiones aéreas y la destrucción de ecosistemas y especies únicas en peligro dentro de las áreas de captación.»
En particular, la evaluación de Proforest destacó el considerable valor ambiental del emplazamiento de PSG Subri. Se descubrió que albergaba una importante «reserva de carbono de 981.08 millones de toneladas métricas» y que servía de «hábitat crucial para una población vulnerable de especies» que necesitaban medidas de conservación.
A pesar de estos hallazgos, PSG procedió a construir la planta de procesamiento de palma en 2020, con un costo de 20 millones de dólares (18,6 millones de euros).
Además, PSG admitió que entre 2012 y 2016 se talaron más de 1089 hectáreas de bosques naturales para abrir espacio a sus plantaciones, sin considerar las preocupaciones de los grupos ecologistas.
A pesar de la creciente preocupación y de las investigaciones sobre las acciones de PSG, la empresa ha guardado silencio y no ha respondido a las solicitudes de información de los investigadores sobre sus planes de mitigación y las repercusiones de sus operaciones en las comunidades de los alrededores de Daboase y en el ambiente en general.
Los datos de Global Forest Watch ofrecen un panorama desolador. Entre 2001 y 2022, la Región Occidental de Ghana pasó por la asombrosa pérdida de 536 000 hectáreas (1.3 millones de acres) de cubierta arbórea. Esto representa una disminución del 23% de la cubierta arbórea desde el cambio de milenio, acompañado de una nefasta emisión de 297 millones de toneladas métricas de CO₂ equivalente. Cabe señalar que en esta región, la más húmeda de Ghana, están las extensas plantaciones de PSG.
Las ramificaciones de este declive ecológico se extienden más allá de los límites de los bosques y afectan a la vida de las comunidades locales. Agricultores como Godwin Ofori, de 35 años que vive en Daboase, muy cerca de la plantación de PSG, se han llevado la peor parte de estos cambios.
Ofori expresó su frustración por la evolución del régimen de lluvias:
"Uno de los mayores retos de la última década ha sido la imprevisibilidad de las precipitaciones. Hoy en día no podemos predecir el régimen de lluvias, y creo que en parte se debe a la destrucción de nuestros bosques."
Un reciente estudio de la Universidad de Leeds demostró que los bosques tropicales africanos siguen siendo fundamentales en la lucha contra la emergencia climática, ya que absorben cada año tres veces más carbono del que emitió el Reino Unido en 2019.
La relación directa entre el deterioro de los bosques tropicales críticos y estos patrones climáticos erráticos destaca el impacto adverso sobre los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de quienes viven en las inmediaciones.
Los resultados de la investigación llevada a cabo por Gideon Sarpong, Elfredah Kevin-Alerechi y Audrey Travère revelaron además que la interpretación de Socfin de «deforestación cero» no se ajusta a la norma reconocida por el sector conocida como enfoque de las reservas de carbono (HCSA). También se descubrió que ni Socfin ni sus filiales en África Occidental son miembros del HCSA.
Greenpeace Media ha dado la voz de alarma y ha advertido que la firme resistencia de Socfin a adoptar la norma de deforestación cero del sector supone una amenaza significativa e inminente para los bosques de África Occidental, donde se concentran las operaciones de la empresa.
El futuro de estos ecosistemas críticos sigue en una encrucijada que exige una mayor vigilancia y un compromiso riguroso con las prácticas sostenibles.
The Bridge
Este articulo es parte de The Bridge (El puente), presentacion con opiniones, comentario e investigacion desde la perspectiva singular de la Comunidad de Global Voices. · Todos los articulos
Investigación expone rol del gigante agrícola Socfin en deforestación y desplazamiento de comunidades nativas de Nigeria y Ghana
Impacto de las plantaciones de palma aceitera y caucho del Grupo
Escrito por Zita Zage & iWatch Africa
Traducido por Gabriela García Calderón Orbe
Esta historia se publicó originalmente en iWatch Africa, y Global Voices publica una versión más corta como parte de un acuerdo para compartir contenido.
Una investigación de seis meses de Gideon Sarpong, Elfredah Kevin-Alerechi y Audrey Travère ha sacado a la luz las graves repercusiones que la explotación de los recursos de caucho y aceite de palma del Grupo Socfin han causado en la deforestación y el desplazamiento forzado de poblaciones indígenas en Nigeria y Ghana.
El Grupo Socfin, también conocido como Société Financière des Caoutchoucs, es una empresa con sede en Luxemburgo que se dedica a operaciones de plantación de palma aceitera y caucho y a la comercialización de semillas de palma aceitera en Asia y África. En 2021, la empresa registró un notable beneficio de 86,2 millones de dólares, lo que supuso sus mayores ganancias desde al menos 2014, impulsadas por la subida de los precios del aceite de palma y el caucho. Sin embargo, paradójicamente, la comunidad de Okumu y otras comunidades de acogida de Nigeria y Ghana presentan un marcado contraste con la prosperidad asociada a los cuantiosos ingresos por exportación de Socfin.
Okumu Oil Palm Company, subsidiaria de Socfin Group de Okumu, Nigeria, administra y explota una extensa plantación de caucho de 7335 hectáreas y otra de palma aceitera de 19 062 hectáreas en la zona de Gobierno local de Ovia Sudoeste, en el estado de Edo. La presencia de la empresa se ha vuelto polémica, sobre todo para los nativos, que se han visto desplazados por las actividades de la empresa.
Impacto en pueblos nativos
Según los resultados de la investigación, los vecinos de Okumu han acusado a Okumu Oil Palm Company de desmantelar por la fuerza tres aldeas del distrito: Lemon, Agbeda y Oweike. Tras el desalojo de estas tres comunidades hace 18 años, la empresa procedió a ampliar sus plantaciones de palma y caucho, y adquirió en el proceso la asombrosa cifra de 1969 hectáreas (4865,5 acres) de palma aceitera y 1811 hectáreas (4475 acres) de caucho. Las actividades de Okumu Palm Company causaron la reubicación forzosa de cientos de residentes indígenas, y también tuvieron las nefastas consecuencias de la destrucción de tierras de cultivo, la pérdida de vidas humanas y la interrupción de la educación de los niños de la comunidad afectada.
Austin Lemon, que ahora tiene 33 años y cuyo padre fue el fundador de Lemon Village en 1969, vio las súplicas de sus padres y compañeros de Lemon Village. Reflexiona con pesar: «La empresa instaló su plantación sin atender sus súplicas». Las consecuencias fueron catastróficas: todas las casas de Lemon quedaron destruidas, y las zonas antes prósperas reservadas al cultivo de plátano, mandioca, cacao y cocoa quedaron reducidas a ruinas. Y añadió,
"Durante todo un año no pude ir a la escuela porque estábamos desplazados y era difícil llegar a fin de mes. Fueron las acciones de la empresa las que acabaron provocando la muerte de mi padre, que padecía hipertensión. Murió porque las granjas de las que dependía para alimentar a sus 32 hijos también fueron arrasadas."
La empresa negó los resultados de la investigación. Según el equipo de comunicación de Socfin, la empresa adquirió la plantación tras la modificación de una parte de la reserva forestal de Okomu por parte del Gobierno federal de Nigeria, en cumplimiento de la ley de la Comisión Forestal de Edo (1968) y sus posteriores enmiendas, entre otras leyes pertinentes.
Ajele Sunday, portavoz de la comunidad de Okumu, afirmó que la comunidad «nunca recibió compensación alguna» cuando Socfin afirmó haber obtenido las tierras del gobierno. Múltiples fuentes de la aldea de Okomu han expresado su preocupación, afirmó que la empresa tuvo negociaciones con el Gobierno sin solicitar ni tener en cuenta la perspectiva de la comunidad.
Esta aparente falta de consulta con la comunidad «contradice directamente los principios establecidos en la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en particular el concepto de consentimiento libre, previo e informado«, argumentó Sunday. Este incumplimiento suscita gran preocupación por el trato que reciben las comunidades indígenas y sus derechos en el contexto de las actividades empresariales, y destaca la urgente necesidad de respetar estos principios vitales. Según el consentimiento libre e informado, los pueblos indígenas tienen derecho a otorgar o negar su consentimiento a proyectos que puedan afectarlos o a sus territorios.
Plantación Socfinaf Ghana y deforestación
La investigación realizada por Sarpong, Kevin-Alerechi y Travère también reveló que en Ghana, las operaciones de Plantation Socfinaf Ghana (PSG), filial del Grupo Socfin que administra plantaciones de caucho y palma aceitera en Manso y Daboase, en la Región Occidental de Ghana, han llevado a la destrucción de selvas tropicales vitales.
Los investigadores descubrieron que en 2017 y 2018, PSG contrató a Proforest y HS+E, respectivamente, para evaluaciones ambientales en su Subri en Daboase antes de la construcción de un molino de procesamiento de palma en 2019. Los resultados de esta evaluación mostraron que cualquier operación a gran escala en el sitio de Subri resultaría en la «pérdida de biodiversidad, degradación de la tierra, aumento de los niveles de ruido ambiental, emisiones aéreas y la destrucción de ecosistemas y especies únicas en peligro dentro de las áreas de captación.»
En particular, la evaluación de Proforest destacó el considerable valor ambiental del emplazamiento de PSG Subri. Se descubrió que albergaba una importante «reserva de carbono de 981.08 millones de toneladas métricas» y que servía de «hábitat crucial para una población vulnerable de especies» que necesitaban medidas de conservación.
A pesar de estos hallazgos, PSG procedió a construir la planta de procesamiento de palma en 2020, con un costo de 20 millones de dólares (18,6 millones de euros).
Además, PSG admitió que entre 2012 y 2016 se talaron más de 1089 hectáreas de bosques naturales para abrir espacio a sus plantaciones, sin considerar las preocupaciones de los grupos ecologistas.
A pesar de la creciente preocupación y de las investigaciones sobre las acciones de PSG, la empresa ha guardado silencio y no ha respondido a las solicitudes de información de los investigadores sobre sus planes de mitigación y las repercusiones de sus operaciones en las comunidades de los alrededores de Daboase y en el ambiente en general.
Los datos de Global Forest Watch ofrecen un panorama desolador. Entre 2001 y 2022, la Región Occidental de Ghana pasó por la asombrosa pérdida de 536 000 hectáreas (1.3 millones de acres) de cubierta arbórea. Esto representa una disminución del 23% de la cubierta arbórea desde el cambio de milenio, acompañado de una nefasta emisión de 297 millones de toneladas métricas de CO₂ equivalente. Cabe señalar que en esta región, la más húmeda de Ghana, están las extensas plantaciones de PSG.
Las ramificaciones de este declive ecológico se extienden más allá de los límites de los bosques y afectan a la vida de las comunidades locales. Agricultores como Godwin Ofori, de 35 años que vive en Daboase, muy cerca de la plantación de PSG, se han llevado la peor parte de estos cambios.
Ofori expresó su frustración por la evolución del régimen de lluvias:
"Uno de los mayores retos de la última década ha sido la imprevisibilidad de las precipitaciones. Hoy en día no podemos predecir el régimen de lluvias, y creo que en parte se debe a la destrucción de nuestros bosques."
Un reciente estudio de la Universidad de Leeds demostró que los bosques tropicales africanos siguen siendo fundamentales en la lucha contra la emergencia climática, ya que absorben cada año tres veces más carbono del que emitió el Reino Unido en 2019.
La relación directa entre el deterioro de los bosques tropicales críticos y estos patrones climáticos erráticos destaca el impacto adverso sobre los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de quienes viven en las inmediaciones.
Los resultados de la investigación llevada a cabo por Gideon Sarpong, Elfredah Kevin-Alerechi y Audrey Travère revelaron además que la interpretación de Socfin de «deforestación cero» no se ajusta a la norma reconocida por el sector conocida como enfoque de las reservas de carbono (HCSA). También se descubrió que ni Socfin ni sus filiales en África Occidental son miembros del HCSA.
Greenpeace Media ha dado la voz de alarma y ha advertido que la firme resistencia de Socfin a adoptar la norma de deforestación cero del sector supone una amenaza significativa e inminente para los bosques de África Occidental, donde se concentran las operaciones de la empresa.
El futuro de estos ecosistemas críticos sigue en una encrucijada que exige una mayor vigilancia y un compromiso riguroso con las prácticas sostenibles.
The Bridge
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