24-10-2013, El Deber
"Son cadenas globales de valor que trascienden lo agropecuario y abarcan finanzas, acceso ilimitado a la tierra, producción, transformación, almacenamiento, exportaciones y comercio, hasta el consumo final", señala un investigador de la Fundación Tierra.
Cinco son los riesgos que el investigador Miguel Urioste, de la Fundación Tierra, encuentra en lo que se ha dado en llamar los "agronegocios" y se refiere a la transectorialidad; la priorización de las necesidades del consumidor global respecto del local; la generalización, ampliación e intensificación del papel del capital en los procesos productivos agrarios; la estandarización de las tecnologías utilizadas, y el acaparamiento y extranjerización de las tierras para la producción en gran escala.
Urioste detalla los factores que pueden ser contraproducentes para el futuro agrícola del país en una actividad que se va adecuando a las demandas y a los precios de los commodities (mercancía, en inglés), en un contexto global "en el que producir y exportar soya es un gran negocio en el corto plazo, hasta ahora Bolivia -felizmente- ha sido parte marginal en este emprendimiento de escala planetaria".
El investigador detalla que cada año Brasil siembra 29 millones de hectáreas de soya, Argentina 20, Paraguay 3 y Uruguay 1,5; mientas que Bolivia cultiva un millón de hectáreas desde hace casi una década. Además, pone énfasis en el anuncio de "un pacto entre empresarios agropecuarios y el gobierno (…) para ampliar la frontera agrícola del país de 3 millones de hectáreas a 13 millones hasta el año 2025".
"Supone cuadruplicar la superficie sembrada en Bolivia en apenas 12 años. Constituye una clara apuesta para formar parte de la liga mayor de exportadores de granos, agrocombustibles y carnes, con todo lo que ello implica", asevera Urioste.
En su evaluación, da a entender que esa noción puede estar inmersa en lo que implica los "flex crops o cultivos flexibles entendidos como aquellos lo suficientemente versátiles como para ser destinados a la producción de comida para humanos (food), comida para animales (feed), materia prima para agrocombustibles (fuels) y fibras para textiles".
Además, señala que las empresas de investigación genética y de producción de semillas como Monsanto, Sygenta y otras, "son los protagonistas del agronegocio de inicios del siglo XXI, en tiempos de globalización planetaria, financiera y productiva de los commodities".
"Estas empresas transnacionales que actúan en red, han demostrado fehacientemente que tienen el suficiente poder para subordinar las políticas públicas de los estados que aprueban leyes y normas favorables al modelo", advierte.
Riesgos del agronegocio:
Esos riesgos son definidos como "la tendencia del capitalismo moderno caracterizado por la institucionalización de formas de gobernanza globales centradas en la producción y comercialización de commodities agropecuarios".
Este agronegocio es definido por las ciencias sociales como un modelo agrario o una lógica de producción que tiene, entre sus características principales, la transectorialidad, entendida como mayor integración-extensión de la cadena larga de valor tanto a nivel vertical como horizontal.
Otro factor es la priorización de las necesidades del consumidor global respecto del local; la generalización, ampliación e intensificación del papel del capital en los procesos productivos agrarios; donde el capital, en su mayoría extranjero, tiene el papel preponderante.
Además, se señala a la estandarización de las tecnologías utilizadas, con intensificación del uso de insumos de origen industrial, especialmente agroquímicos y semillas transgénicas.
Además, da cuenta del acaparamiento y extranjerización de las tierras para la producción en gran escala. "Son cadenas globales de valor que trascienden lo agropecuario y abarcan finanzas, acceso ilimitado a la tierra, producción, transformación, almacenamiento, exportaciones y comercio, hasta el consumo final", señala Urioste.
"Son cadenas globales de valor que trascienden lo agropecuario y abarcan finanzas, acceso ilimitado a la tierra, producción, transformación, almacenamiento, exportaciones y comercio, hasta el consumo final", señala un investigador de la Fundación Tierra.
Cinco son los riesgos que el investigador Miguel Urioste, de la Fundación Tierra, encuentra en lo que se ha dado en llamar los "agronegocios" y se refiere a la transectorialidad; la priorización de las necesidades del consumidor global respecto del local; la generalización, ampliación e intensificación del papel del capital en los procesos productivos agrarios; la estandarización de las tecnologías utilizadas, y el acaparamiento y extranjerización de las tierras para la producción en gran escala.
Urioste detalla los factores que pueden ser contraproducentes para el futuro agrícola del país en una actividad que se va adecuando a las demandas y a los precios de los commodities (mercancía, en inglés), en un contexto global "en el que producir y exportar soya es un gran negocio en el corto plazo, hasta ahora Bolivia -felizmente- ha sido parte marginal en este emprendimiento de escala planetaria".
El investigador detalla que cada año Brasil siembra 29 millones de hectáreas de soya, Argentina 20, Paraguay 3 y Uruguay 1,5; mientas que Bolivia cultiva un millón de hectáreas desde hace casi una década. Además, pone énfasis en el anuncio de "un pacto entre empresarios agropecuarios y el gobierno (…) para ampliar la frontera agrícola del país de 3 millones de hectáreas a 13 millones hasta el año 2025".
"Supone cuadruplicar la superficie sembrada en Bolivia en apenas 12 años. Constituye una clara apuesta para formar parte de la liga mayor de exportadores de granos, agrocombustibles y carnes, con todo lo que ello implica", asevera Urioste.
En su evaluación, da a entender que esa noción puede estar inmersa en lo que implica los "flex crops o cultivos flexibles entendidos como aquellos lo suficientemente versátiles como para ser destinados a la producción de comida para humanos (food), comida para animales (feed), materia prima para agrocombustibles (fuels) y fibras para textiles".
Además, señala que las empresas de investigación genética y de producción de semillas como Monsanto, Sygenta y otras, "son los protagonistas del agronegocio de inicios del siglo XXI, en tiempos de globalización planetaria, financiera y productiva de los commodities".
"Estas empresas transnacionales que actúan en red, han demostrado fehacientemente que tienen el suficiente poder para subordinar las políticas públicas de los estados que aprueban leyes y normas favorables al modelo", advierte.
Riesgos del agronegocio:
Esos riesgos son definidos como "la tendencia del capitalismo moderno caracterizado por la institucionalización de formas de gobernanza globales centradas en la producción y comercialización de commodities agropecuarios".
Este agronegocio es definido por las ciencias sociales como un modelo agrario o una lógica de producción que tiene, entre sus características principales, la transectorialidad, entendida como mayor integración-extensión de la cadena larga de valor tanto a nivel vertical como horizontal.
Otro factor es la priorización de las necesidades del consumidor global respecto del local; la generalización, ampliación e intensificación del papel del capital en los procesos productivos agrarios; donde el capital, en su mayoría extranjero, tiene el papel preponderante.
Además, se señala a la estandarización de las tecnologías utilizadas, con intensificación del uso de insumos de origen industrial, especialmente agroquímicos y semillas transgénicas.
Además, da cuenta del acaparamiento y extranjerización de las tierras para la producción en gran escala. "Son cadenas globales de valor que trascienden lo agropecuario y abarcan finanzas, acceso ilimitado a la tierra, producción, transformación, almacenamiento, exportaciones y comercio, hasta el consumo final", señala Urioste.